Leyendas II

" La Cueva de Manuel "

 " En el lugar de <Furada dos Calderetos>, tuvo su residencia durente años Manuel Fernández Alén, un señor nativo de Tuy venido de alguna cárcel gallega en el año 1943.

Según el decía había sido encarcelado por no poder convivir con su esposa y tener desavenencias entre los familiares de la misma, solía comentar "Adiós calabozo y cárcel, sepultura de hombres vivos, donde se agotan las fuerzas y se olvidan los amigos".
Era un hombre de 1,75 metros de altura, flaco y muy moreno. Al llegar a Viveiro, empezó a trabajar con Joseiño do Portugues un vecino de Magazos, en la serrería de madera que éste tenía. después de un año de trabajo por diferencias de opiniones deja de trabajar para este señor, haciéndolo en un puesto donde se vendía leña y piñas, pero más tarde este negocio es prohibido por haber puesto el dueño un anuncio que decía ·"CASA GUERRA LA NUEVA ESPAÑA. HAY PIÑAS Y LEÑA", en vista de esto Manuel se marchó a vivir al monte al lugar de Furada dos Calderetos, allá por el año 1945. Se dedicaba al aprovechamiento de piñas y pinos secos, que vendía a varios vecinos del pueblo.
El mismo se cocinaba su comida en la cueva (patatas cocidas, peces y carne) pero sin echarle sal, sólo aceite.
La ropa la lavaba en los arroyos de las aguas que nacen en el Souto de la Redonda y del arroyo de la Trasposta. Dicha ropa no la compraba, pues se la regalaban los vecinos de Viveiro, abrigos, pantalones, etc..
El decía que no era pobre, por la gran cantidad de regalos que recibía. Además de que así no necesitaba trabajar, siendo cada vez menos las veces que bajaba al pueblo, incluso al final le llevaban la comida a la cueva. También comentaba que después de estar encarcelado quería vivir como los pájaros, libre y a la sombra del arbolado; se levantaba temprano, con el canto de los pájaros que le servían de despertador.
La cama donde dormía estaba hecha con hojas de árboles autóctonos.
Manuel de la Cueva, acabó sus días en la década de los 60 en el Asilo de Viveiro, siendo enterrado en el cementerio de Altamira de Viveiro.
Durante años existió una cruz de madera delante de la cueva, nos lo cuenta Amador López: "... Y un señor guardia municipal D. José Pardo Dovale que conocía mucho al señor Manuel, le puso una Cruz hecha de un árbol de la especie saúco, en gallego conocido por bieiteiro, cuya cruz germinó por todo su tronco incluida la cruceta que había sido clavada con un clavo. Toda la Cruz se ha convertido en muy poco tiempo en un verdadero árbol, que años más tarde ha sido
cortado 
". 


(Relato conseguido por Antonio Navarrete, de varios vecinos que lo conocieron)

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